Es bien que sabido que fue el Xat de Benaiges, un payés tarraconense, el que tras olvidarse un par de cebollas blancas y dulces al fuego, descubrió un plato que ha pasado a ser parte de la gastronomía popular: la calçotada. Los calçots –los del Valls tienen su propia DO- no son otra cosa que una cebolla dulce de tallo blanco cuya temporada abarca desde enero hasta abril. Y la receta algo tan tonto como ponerlas con la llama del fuego lamiéndolas, para que la capa exterior se requeme y las de dentro queden jugosas.
Pero más que un plato, que probablemente se comía a finales del siglo XIX en algunas casas catalanas, la calçotada es una romería. La peña artística L’Olla se encargó de organizar unas cuantas a mitad del siglo pasado y los restaurantes le vieron el filón rápidamente. Así, en los años 60 y 70 se creó una tradición peculiar: un gran convivio en el que los romeros habrán de ponerse un babero y, comer las cebollas servidas en una teja de barro, arrancando la parte quemada y mojándolas en una salsa, la salvitxada, que yo diría que no es otra cosa que la salsa romesco.
Por más que la cebolla dulce me gusta, con un par de ellas voy más que servido, de hecho preferiría que me pusieran galletas María o buen pan, porque de lo que va el asunto es de mojar y mojar en la deliciosa romesco, una de las cumbres de la gastronomía española. Cada familia tiene su truco, yo os cuento una, que estoy seguro no os fallará. Preparadla junto a un buen rape a la plancha y, eso sí, no se lo contéis a vuestro dietista:
Ingredientes:
Avellanas.
Almendras.
Pan tostado – reblandecido con un chorrito de vinagre (el de jerez va perfecto).
Carne de ñoras.
Tomate y ajos (que se deben tostar ligeramente al horno).
Aceite.
Modo tradicional – mortero:
Machacar las avellanas y almendras hasta que casi quede polvo. Añadir el pan tostado reblandecido en vinagre y seguir machacando para integrarlo. Una vez ligeramente tostados el ajo (1 diente o 2) y el tomate, se añaden al mortero y se sigue machacando para integrarlos. En este punto la consistencia cambia (debido al líquido del tomate), se añaden las ñoras y una vez bien ligadas con el resto se empieza a añadir el aceite mezclándolo lentamente en el conjunto del mortero. El efecto final es el de una mayonesa bien emulsionada y espesa.
Podéis hacerla con la Thermomix, pero se me antoja muy burgués, y acabaréis perdiendo ese aspecto y textura rústico que el Xat de Benaiges disfrutó tantas veces.